Antiguas procesiones

Las antiguas procesiones tenían un carácter puramente penitencial, basadas esencialmente en rememorar las horas de padecimiento de Jesucristo, y por lo tanto recorriendo su «Vía Crucis».

El itinerario era el actual de «Los Pasos» que se celebra en Viernes Santo por la mañana, ya que desde el año 1712 en el que se tallaron las cruces de piedra, se ha seguido recorriendo siempre el mismo » vía crucis”, materialmente perpetuado en piedra en la fecha indicada bajo el patrocinio del sobrino del doctor La Encina, D. Gabriel Julián de la Encina , y mandado terminar por el propio D. Fernando de la Encina con un costo total de 3.000 reales.
La consolidación y ennoblecimiento de estas obras con cruces de piedras talladas solían siempre suplir a otras anteriores más rústicas y pobres de materiales caducos como la madera, por lo que, seguramente, y dada la antigüedad de la Cofradía de la Sangre de Cristo, el de piedra estaría levantado sobre otro anterior más humilde.
En las procesiones de Jueves Santo y Viernes Santo en el año 1752, estaba establecido en esta localidad que a los clérigos asistentes a las mismas se les repartirían mil maravedíes –el Cabildo entonces estaba compuesto por 14 sacerdotes-.

Las procesiones estuvieron saliendo muchos años desde la iglesia de El Cristo por motivo de las profundas reformas que se estaban haciendo en el templo parroquial de el Salvador desde principios de la década de los años sesenta, y aunque las reformas concluyeron años más tarde no volvieron a salir las procesiones hasta el año 1995. en medio del regocijo de todos los cofrades y el pueblo en general.
Para conseguirlo, antes se tuvo que crear una rampa especial inmediata a la lonja que circunda el templo y evitar los grandes escalones de la entrada sur, que está muy discretamente diseñada para no distorsionar con el monumento nacional de la iglesia. Cosa que se logró ampliamente.
EL REZO DE LAS CRUCES
Entre los viejos ritos de la hermandad perduró, hasta hace unos sesenta años “El rezo de las Cruces” cantado por los nazarenos después de la procesión del Jueves Santo. Las últimas oraciones conocidas eran leídas de un libro que se conserva, editado en el año 1853, así como de otro más antiguo. De ambos libros se extraían los rezos más hondos para esta ancestral procesión, transmitiéndose los nazarenos más veteranos de generación en generación su original y extraña entonación. Algunas de sus letras decían:

Hasta no hace mucho tiempo, todavía sabían cantar “las cruces” los nazarenos más antiguos de la cofradía, la mayoría de ellos hoy fallecidos. Pero para que se perpetuara este rezo de penitencia, que ya no se transmite oralmente como antaño, en 1976 fueron grabados en cinta magnetofónica los ancestrales cánticos de los nazarenos Gabriel Martínez y su hermano Alonso Martínez, junto a Blas Martínez, Herminio Cortijo, y algunos otros más. De aquella grabación, María José Martínez, hija del entonces Hermano Mayor de la cofradía, conserva una de esas cintas históricas, y tuvimos la dicha de escuchar algunas oraciones durante un vídeo del pregón de Semana Santa en 1999.
LAVATORIO DE PIES
En los oficios del Jueves Santo y desde muy antiguo, doce nazarenos voluntarios se prestaban a representar a los doce Apóstoles del Señor, y por lo tanto el sacerdote les lavaba y besaba los pies como había hecho El Maestro en la “última cena”, pues era una costumbre o tradición rodense mantenida desde tiempo inmemorial.

Este privilegio de la hermandad se perdió como tal en 1983, cuando se creó la Junta de Cofradías y era el párroco D. Vidal Curto, que acordaron compartir el rito del lavatorio, pero con los doce cofrades de la Hermandad que organizara cada año las procesiones y demás actos pasionarios.
Hecho que es rotativo desde el mencionado año de 1983 en el que la cofradía “El Cristo del Perdon”, después de un sorteo entre todas las hermandades, le tocó organizar la Semana Santa de aquel año y por lo tanto ser la receptora del nuevo lavatorio de pies.